sábado, 28 de marzo de 2020

Calmarse desde el cuerpo (I)

Estamos viviendo tiempos de turbulencias, con un elevado potencial desestabilizador. Siendo siempre importante, en estas circunstancias se hace todavía más evidente la importancia de mantener la calma.
Ello implica mantener nuestro organismo en un nivel de activación óptimo.
Desde la terapia sensoriomotriz se plantea la existencia de tres niveles posibles de activación:


Desde la teoría polivagal de Stephen Porges estos tres niveles de activación se representan de manera jerárquica de esta manera:


Por múltiples motivos, entre los que se cuentan la propia vivencia de bienestar y el mantenimiento en buen estado de nuestro sistema de defensas, lo más favorable es permanecer cuanto más tiempo mejor en la zona de activación óptima. En palabras de la psicóloga Elaine Aron: "… uno de los hallazgos más sólidos de la psicología es el de la necesidad y el deseo de un nivel de activación óptimo. Es una verdad para todos…".               
Muchas y muy diferentes formas pueden facilitar acceder a este estado . Y no hay duda de que aquí, el cuerpo juega un papel central. 
Tomar conciencia del cuerpo es esencial para saber en qué estado de activación estamos, e intentar volver al estado de activación óptima cuando hemos salido de él. La psicóloga Pat Ogden se refiere a esta cuestión con estas palabras: “Se enfatiza la conciencia del cuerpo, de manera que los pacientes puedan aprender a reconocer los signos somáticos incipientes de la hiperactivación y de la hipoactivación, y a utilizar los recursos somáticos para devolver la activación fisiológica dentro de los límites del margen de tolerancia”.
Junto con la relajación muscular y la respiración abdominal, ampliamente difundidas y conocidas, son muchos y muy diferentes los recursos corporales disponibles para calmarnos, e iremos exponiendo algunos de ellos. 
Hoy nos referimos a una propuesta de Peter Levine, uno de los autores de referencia en el abordaje del trauma desde el trabajo corporal. Se trata de dos pasos muy simples:

Instrucciones:
  
PASO 1 (imagen izquierda)

Puedes tener los ojos abiertos o cerrados, lo que sea más cómodo para ti.

Puedes acostarte o estar sentado.

Ponte en una posición cómoda.

Coloca una mano sobre la frente. Si estás acostado, puedes colocar tres almohadas a un lado para que puedas relajar el brazo sobre las almohadas mientras descansa la mano sobre la frente.

Coloca la otra mano sobre tu corazón.

Presta atención a lo que sucede dentro de tu cuerpo. Pon suavemente tu atención en el área entre tus dos manos, el área entre tu cabeza y tu corazón.

Permanece así hasta que sientas un cambio.

Es posible que tengas que esperar un tiempo, así que sé paciente.

Peter Levine señala: “Solo siente lo que pasa entre las manos. A veces sentirás un flujo de energía o un cambio en la temperatura o un sentimiento ... Solo te pido que mantengas tus manos allí, podrían pasar unos minutos, 5 o 10 minutos, hasta que sientas algún tipo de cambio".



PASO 2 (imagen derecha)

Toma la mano que está en tu frente y colócala sobre tu vientre.

Repite como en el PASO 1. Presta atención al interior de tu cuerpo, a cualquier sentimiento entre las manos o sensaciones donde las manos están tendidas. Espera hasta que haya un cambio.


Francesc J. Fossas


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