jueves, 26 de marzo de 2020

¿Por qué la aceptación? (II)

Para determinados asuntos de la vida, la lucha directa contra lo que ocurre puede ser una estrategia adecuada. Pero los asuntos internos son de una naturaleza diferente, son de otro orden. Aquí, como ocurre con las arenas movedizas, cuantos más movimientos en contra para liberarse, más hundimiento.
Para ilustrar esta cuestión, desde la llamada Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT por las siglas en inglés) se propone la siguiente metáfora:


Con la lógica mental que suele utilizarse, lo propio es eliminar aquello que molesta, deshacerse de ello, y pensar que hasta que eso no ocurra las cosas no irán bien, no se podrá estar en paz.
Cuando me haya liberado de la ansiedad, de la culpa, de la vergüenza, del miedo.... entonces estaré bien.
Para esta lógica, resulta altamente paradójico, de hecho incomprensible, que la mejor manera para disminuir el impacto de algo desagradable sea dándole la bienvenida, acogiéndolo, aceptándolo. Pero los hechos de observación señalan que cuanto más queremos dejar de pensar en algo, más estamos pensando en ello. Si, por ejemplo, decimos que no queremos pensar en una persona, ¿en quién estamos pensando mientras decimos que no queremos pensar en ella? Que cuanto más esfuerzo se hace para liberarse de algo, más se está en ello. Y que si pretendemos, por ejemplo, no estar angustiados, en la práctica, mientras lo estamos intentando, nos estamos manteniendo, aún que se ponga el "no" por delante, en la órbita de la angustia.
El cambio, con la aceptación, no se produce porque se produzcan determinadas modificaciones dentro de un determinado escenario. El cambio se produce porque se trasciende de él.


Francesc J. Fossas


No hay comentarios:

Publicar un comentario