Y esto nos parece especialmente trascendente, por cuanto adoptar en este punto una u otra posición implica, entendemos, dos cosmovisiones radicalmente diferentes, dos maneras de entender la vida y estar en el mundo.
Abraham Maslow fue una de las grandes figuras de este movimiento. En una de sus reflexiones señalaba: “Simplificando un tanto las cosas, es como si Freud nos hubiera iluminado acerca de la parte enferma de la psicología y nos correspondiera describir la parte sana”. Y en alusión directa a la condición bondadosa propia del hombre señaló: “Puesto que esta naturaleza interna es buena o neutral y no mala, es mucho más conveniente sacarla a la luz y cultivarla que intentar ahogarla. Si se le permite que actúe como principio rector de nuestra vida nos desarrollaremos saludable, provechosa y felizmente…”.
Quizás es esto de lo que estamos padeciendo, de esa falta de confianza básica original, de no permitir la plena manifestación de lo que en nosotros es propio y genuino, de no habernos dado todavía nunca la posibilidad de ser, de verdad, aquello que realmente somos.
Francesc J. Fossas
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