Hablamos de:
1.- Información fiable, más allá de los medios de comunicación oficiales, acerca de lo que está ocurriendo. Salir del relato uniformado y dirigido de los grandes media. Este aspecto nos parece absolutamente esencial por cuanto entendemos que, sin caer en “conspiranoias”, hay elementos suficientes para afirmar que estamos ante un escenario diseñado que va a modificar nuestras vidas tal y como las hemos entendido hasta ahora, en particular en lo que se refiere a nuestros derechos como ciudadanos libres e independientes. Entendemos que tenemos la obligación moral de avisar.
2.- Miradas alternativas sobre la manera de vernos y vivirnos para disponer de formas eficientes de gestión personal. En particular, ponemos el acento aquí a un enfoque diferente a la cosmovisión dominante y en la cual hemos sido educados y formados, presidida por los contenidos mentales y la identificación con los mismos, y que es consecuencia de un poderoso condicionamiento cultural. Entre otras cosas, este punto de vista tradicionalmente establecido podría resultar absolutamente insuficiente para poder afrontar los desafíos que se nos vienen encima.
3.- Recursos psicológicos y fisiológicos (corporales) para afrontar los “momentos de turbulencias”. Disponer de herramientas eficientes para volver cuanto antes a zonas de activación óptimas y de estabilidad es también esencial para el mantenimiento de nuestra integridad. Que las tormentas, cuando se declaren, tengan el menor impacto posible.
4.- Hábitos conductuales que contribuyan a mantener/aumentar la capacidad de nuestro propio sistema inmunitario: sueño, comida, ejercicio, relajación…. Mantener el terreno en las mejores condiciones posibles es la estrategia preventiva por excelencia y la que históricamente siempre se ha venido contemplando desde el ámbito de la salud, antes que se impusiera a golpe de talonario la visión del contagio.
5.- Habilidades sociales que contribuyan a mantener la calidad de nuestras relaciones.
El confinamiento obligatorio ha producido una alteración radical en nuestras dinámicas de funcionamiento diarias, lo cual tiene un impacto directo sobre nuestros vínculos. Sólo con un predominio de conductas maduras en las relaciones podremos tener garantías de que nuestros lazos afectivos no se vean deteriorados en mayor o menor medida.
Todos estos aspectos están íntimamente relacionados e interactúan sinérgicamente.
Se trata pues, en definitiva, de fortalecer los recursos existentes, restablecer y recuperar aquellos conocidos pero que puedan haber quedado en desuso y aprender otros nuevos que vengan en nuestra ayuda y beneficio.
Con todo ello pretendemos no sólo tener una respuesta reactiva y paliativa a lo que está sucediendo sino, en la medida de lo posible, tomar la iniciativa.
¡¡Ayudémonos, fortalezcámonos, empoderémonos!!.
Francesc J. Fossas
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